CapĂ­tulo 20.

 

Existen maneras de desestabilizar a alguien enviándole mensajes en las calles con hechos recién sucedidos en la casa cuando las conspiraciones se han hecho, aparentando que son accidentes casuales. Vea, cualquiera puede creer que son casualidades, y sin embargo el comisario se atrevió a preguntar nuevamente a Conciencia:

- ¿En quĂ© paĂ­s vivimos?

- El mismo de siempre, le respondiĂł.

 Cuando en Venezuela le comentĂ© en ese entonces a "El Embrujado", lo que podrĂ­a suceder si regresaba, no me creyĂł lo mismo que le está pasando a Parmenio. La gente se inventa sus historias, y nuestros imaginarios como siempre, aunque sean otros, comienzan a crear sus truculencias sobre el fulano que tienen en sus mentes haciĂ©ndoles favores con el fin de ridiculizar, mientras las provocaciones van en aumento a medida que crecen sus historias, a la vez que si hubo algo que hizo de joven todo drogado por algĂşn amigo que era un delincuente que se aprovechaba de las circunstancias, con fines perversos que demuestran que nuestra sociedad es la misma plebe de imaginarios que han rondado durante años.

Ahora existen las redes sociales, y además cuando Ud. quiere saber por la web lo que otro está haciendo cerca, quĂ© más que manipular su P.C. o su celular para activar  el bluetooth, y listo. Ya está informándose de lo que hace o escribe y publica.  Incluso le envĂ­a en lĂ­nea un html a propĂłsito para bloquear lo que escribe o no dejarle instalar una imagen como ayuda de entender lo que publica. Son como los salteadores de calles, y que idĂ©ntico a Parmenio, ya le han sucedido en la vida real. Son mentalidades rufianescas. Les gusta escuchar al vecino lo que dice, o saber lo que hace. Además hace parte de esa vieja tortura sicolĂłgica, que es una de las más grandes aberraciones que existen.

Si Ud. cree en brujos, de antemano le digo:

 - No existen.

Conciencia lo sabĂ­a, y en este caso le recordĂł a este lo sucedido en uno de los condominios de Bello Horizonte.

El comisario RincĂłn, sabĂ­a que eran esos especialistas en contar por las calles a sus vĂ­ctimas, mucho antes de lo que les iba a suceder, como si fueran premonitorios, pero en verdad hacen parte de los complots y aunque no haya corrido un riesgo fĂ­sico, es una amenaza sutil muy bien elaborada, que mediante provocaciones y/o sucesos en que ha vivido situaciones embarazosas y que durante medio año tuvo que vivir  encerrado por el temor de respirar el aire libre de las calles, por el susto que le provocaron otros mandaderos a que le advirtieran, y entre ellos un amigo que le contĂł lo que presuntamente le sucederĂ­a cuando llegara a vivir a un condominio, que ni siquiera todavĂ­a intuĂ­a que irĂ­a a vivir allĂ­, en esos trabajos sutiles de sicologĂ­a, y que le hicieron recordar la aventura que viviĂł "El Embrujado" que no fue más que el de un trabajo sicolĂłgico orquestado durante casi medio siglo por todos los vecinos de aquel interior, e incluidos los ladrones que en el sector existĂ­an. Y claro que es muy curioso que se lo encontrara  muchas veces donde menos pensaba a aquel personaje. Tanto asĂ­, que llevaba ya, viviendo varios años en un mismo sector, y de pronto cuando estaba cerca de la casa, se aparecĂ­a. ¿Simpático verdad ? Digamos Que estas son historias de más de 50 años, y estos personajes ahora se lo querĂ­an  recordar mediante sustos.

- A punta de estos, se altera la tensiĂłn, le produce paranoia, dijo el comisario.

- Se muere de un infarto. Por ahí deben de andar, burlándose de su ridículo complot, arguyó Conciencia.

- Tal vez no me entienda, dijo el comisario RincĂłn. 

- AsĂ­ es, dijo aquel mentiroso que se inventa sus historias, y le hace creer que lo persiguen. 

- Interesante, papá.  Y sucediĂł asĂ­ como se lo estoy diciendo ahora mismo.

AsĂ­ pues, que lo reciĂ©n sucedido, otro se lo grita en plena vĂ­a pĂşblica. Algo parecido a lo que sucede en el mundo. Y Acaba de suceder. LlamĂ©mosle por ahora guerras sicolĂłgicas, y expertos con sus vigilancias sicolĂłgicas a donde crean la zozobra. 

- ¿En quĂ© urbanizaciĂłn?

- En la misma, dijo el comisario Rincón. Según parece todo lo tenían preparado, y sin embargo no son más que los mismos con las mismas de todos eso años truculentos que bordearon su juventud como si estuviera pagando los platos rotos ajenos, y que comenzaron desde muy niño, y desde esa época estos personajes aparecen y desaparecen en su devenir cotidiano, en donde unos mueren y los que le siguen quieren seguir pelechando a costillas suyas . Cuando comenzó a escribir sus historias estaba en otra ciudad, y luego en otro país, más tarde en Bogotá, y luego en Bello Horizonte.

Eran historias parecidas a las que sucedieron en los Estados Unidos con los marcianos en "La guerra de los Mundos" de Orson Welles, y que a punta de imaginaciĂłn asustĂł a todos los estadundinenses a sabiendas que no existĂ­an y que previamente cuando comenzĂł con su alocuciĂłn les avisĂł a todos que era  ficciĂłn. Y asĂ­ estos personajes les hacen creer que son de otros mundos, cuando en realidad es una bien orquestada persecuciĂłn, donde este termina como si fuera un delincuente y asĂ­ muere o lo matan.

- Ud. tiene un enemigo oculto, y se disfraza como Caperucita Roja y el lobo feroz.

 Artimañas de gentes que rondan en sus imaginarios con estos tipos de trabajos, lo mismos que los mal habidos por estos  personajes.

El comisario Rincón, intuyó que "El Embrujado" le quería contar algo nuevo, pero comprendió que todo eso era repetitivo. "Le insistí- se dijo a sí mismo- que denunciara, pero pudo más el miedo en que lo tenían sus atracadores de calles y sus vecinos que también eran de ley o simplemente unos filibusteros, y no pudo".
- Eso pesa dijo "Mil Muertos", acaso a Ud. no lo han intentado matar a la media noche donde todos los que lo rodean son delincuentes". 
LucĂ­a sus dientes llenos de cruces, que cada que respiraba, su vaho provocaba temor y era uno de los que hacĂ­an parte de esas cofradĂ­as de familias que aparentando ser los yo no fui, lo eran. Es más, el comisario Julio RincĂłn intuĂ­a que en medio de una provocaciĂłn en su casa, sin testigos lo podrĂ­an matar aparentando un accidente. Lo viviĂł de cruel manera cuando el hijo adoptivo de la tĂ­a lo intentĂł hacer, contando con un gran respaldo en las calles que hasta policĂ­as participaron del festĂ­n en la creencia que estaba loco, y que además la ley no les importaba, lo mismo que otro policĂ­a vecino que prestĂł su casa para que desde la azotea instalaran la conexiĂłn telefĂłnica para que tuviera internet. Y asĂ­ su muerte podrĂ­a pasar desapercibida. HabĂ­a vivido durante  años varios intentos de asesinato en donde el temor prevaleciĂł, pues contaban a su favor el de haber sufrido Delirium Tremens, a la vez que estuvo convencido durante un buen tiempo que las voces que oĂ­a eran ciertas, aunque despuĂ©s supo que pudieron  drogarlo, y por esta razĂłn nadie creerĂ­a que estos lo hacĂ­an porque dentro de esos organismos secretos tambiĂ©n existĂ­an pillos que nunca mostraban sus caras, a cuenta de una supuesta herencia de la familia de un padre ávaro que creĂ­a que iba a reclamar la suya despuĂ©s de muerto este.
- Blasfemo, y mentiroso! Le gritĂł una vecina esposa de un buen gendarme que cayĂł en esas redes donde si no se prestaba para hacer su sainete de persecuciones y de ofensas, quedarĂ­a mal ante aquel vecindario.

En alguna ocasiĂłn cuando dos atracadores le salieron y lo robaron muy cerca de donde vivĂ­a por la autopista sur de Bogotá, y que parecĂ­an haber salido de un garaje de mecánicos de carros, y que con el tiempo despuĂ©s de vivir otras circunstancias tenebrosas en Bello Horizonte durante mucho tiempo, intuyĂł que estos hacĂ­an parte de alguna escuela de vigilancia en la que estaban aprendiendo ese sutil arte de crear miedo y enloquecer, lo mismo que de robar. FĂ­jese bien cuando ande por la calle y verá. Ve a un adulto enseñándole a un niño todos los amagues que hay que hacer como si  estuvieran peleando teniendo en sus manos sendos palos que hacĂ­an las veces de cuchillos, y asĂ­ dentro de ese juego los verá  haciĂ©ndose  amagues   de lances y esquivarlos a su vez, como si lo estuviera entrenando para agredir a otro con un cuchillo. Si no me entiende por estas tierras y en ciertos barrios es muy comĂşn. AlgĂşn dĂ­a se los encontrará por las calles.

- Matar del susto, dijo  un entrometido que asĂ­ se podĂ­a morir uno cuando alguna persona sufrĂ­a de un shock nervioso, acabando de salir de un hospital en donde todos son como mansas palomas, sabiendo que ya hay otro que lo ha intentado matar en la misma casa.
- Mentiras les dirán a aquellos que han oído sus historias.
- Pobrecito, está loco, dirán otros.

A sabiendas que es cierto.
- ¿O será que están haciendo justicia con sus propias manos? Le preguntĂł el comisario Julio a Julián haciĂ©ndose el desentendido. 

En realidad algunos años después este lo supo, y Julián terminó pagando por su labor de zapa por meterse en lo que todo el grupo decía.
- Sabe lo que son los miedos inducidos?
- De qué habla dijo el "Mil muertos", despreocupado, a pesar que lo sabía.

La cosa es asĂ­: Ud. conoce a su verdugo que aparenta ser una mansa paloma. Suponga que en una noche donde sale a tomar unos tragos donde siempre va, pero allĂ­ sale otro que nadie conoce  y lo ve que está bien ido, y enseguida piensa que ahĂ­ está su muerto.

¿Cree que apareciĂł ahĂ­ por esas circunstancias de la vida,  no? O alguien lo habĂ­a enviado a hacerlo.
- Ud. lo intuye y le da miedo.
- Terrible, terrible esas historias dijo "RĂ­os revueltos". Se parecen a las mĂ­as , terminĂł diciendo.
- Ud. no, porque vive de ese cuento, le respondiĂł el comisario RincĂłn.
- Pobrecito, dijo el ladino de "RĂ­os Revueltos", mientras el infernal de "Mil muertos" se sacaba uno de sus dientes escabrosos.
- Descarado! Le gritĂł, el comisario RincĂłn.

Sabia que en un solo momento habĂ­a tenido tres intentos de asesinato.
- Eso se parece a lo que nos cuenta Fernando de Rojas en "La Celestina" donde el oficio de esta, es poner a pelear y organizar sus complots contando con que todos están con ella, y en el momento preciso:
- ¡Zas! GritĂł "Mil Muertos", contento.
- Bribones les dijo el comisario que estaba harto de estos malandros que solo vivĂ­an de sus porquerĂ­as, sin importarles las vidas ajenas.
- Bufones! Les gritĂł "El Embrujado".
- A Ud. le dicen que va a llegar el que lo intentĂł matar en otra casa, y ahora le dicen que es de familia.
- O sea que...
-Conteste, "Mil muertos". No se quede señalando hacia el cielo.

Al fin y al cabo "Mil muertos" no querĂ­a llegar tan bajo.
Los miro con rabia y dijo:
- ¡Uf!

Les dio entender que preferĂ­a hacerlo delante de todos porque era un loco descarriado, y con esto cuando dejara de ser asĂ­ o estuviera en sus cabales, quedarĂ­a libre. No tenĂ­a culpa de nada. Ni se sentĂ­a culpable.
- Lext es lext.
- Mañosos les volvió a decir el comisario Rincón.
- ¿De familia?
- Hay familias así, dijo "Conciencia", su oficio es esperar durante años, mientras van haciendo sus lavados de cerebros.
- ¿Y Ud. PorquĂ© cree que existen? Le pregunto el comisario Julio RincĂłn.
- Desde que Fernando de Rojas la escribiĂł, es porque es cierto. La realidad supera la ficcion. Lo Ăşnico que hace es contarla. Le contestĂł "Conciencia"
- ¿Ahora, se imagina llegar a una casa a vivir, y al poco tiempo sentir que lo están hostigando agentes del orden?

No sĂ© si lo haya vivido, y menos que no sea delincuente. Estudia, trabaja como vendedor al por mayor por los barrios de Bogotá con sus bisuterĂ­as, y está estableciendo una amplia clientela que agradece por el servicio que presta en una ciudad de comerciantes que necesitan  el tiempo para hacer otras cosas.  En aquel interior donde ahora existen varias casas construidas, y a donde se accede mediante un callejĂłn  donde antes habĂ­a sido una casa quinta, pero que por razones del crecimiento urbano ya este sector se ha convertido en todo un barrio  del sur de la ciudad y cerca de donde aparecerĂ­a la actual avenida "Primero de Mayo" o la calle 22 sur, y en la que uno de los herederos  le comprara el legado a todos sus hermanos, excepto a una hermana que  figura como dueña de la casa que les quedĂł de  sus padres muertos, y a la que reformĂł el que comprarĂ­a el legado que todavĂ­a posee esta,  y figura como dueña de  una de las casas que ganĂł con los hermanos los demás  frutos y del desenglobe de la herencia que fueron vendidos entre ellos mismos, y uno a la tĂ­a del "Embrujado"que  de  por vida quedĂł marcado en aquel callejĂłn de mala muerte en donde en una ocasiĂłn lo sacaron en un carro viejo a pasear con el cuento de que querĂ­an saber quĂ© hacĂ­a, a sabiendas que era profesor del Distrito de Bogotá, y luego otros desde otro carro le fracturarĂ­an una de sus piernas. TardarĂ­a años en darse cuenta , solo cuando regresĂł luego de vivir  en Venezuela y que la tĂ­a muriĂł se los dejarĂ­an estacionados al frente de la casa dentro de aquel callejĂłn los dos carros con los que lo atropellaron, uno donde lo secuestraron reciĂ©n salido de la casa y que segĂşn parecĂ­a era de esas entidades del estado que ayudan a las personas en los desastres, y el otro de un familiar que era del ejĂ©rcito del dueño de la casa que le vendiĂł a la tĂ­a, uno de esos Ramos que más bien parecĂ­an estar haciendo su propia ley para conseguir casas a costillas de sus muertos. Estaban viejos  y parecĂ­an ser de uno o varios de los mismos vecinos y de la misma familia.
-Miedo inducido, dijo el tenebroso de "Mil Muertos" sacándose otro de sus dientes en forma de cruz.
- Qué belleza, no le parece. Miedo inducido. Y solo Ud. lo Sabe. Y a cuenta de qué. pues de eso hace más de once años, y en aquella ocasión ya llevaban casi 20 años haciéndolo. Ofensas macabras. Miedos inducidos y malévolos.

La casa es y era muy central en una ciudad donde el agite es tal, que a diario llegan miles de familias a conseguir sus sueños en que las oportunidades son muchas, y hay además el incentivo de nuevas fuentes de trabajo constante. No demora mucho su tranquilidad. En medio de avatares estos personajes llegan y construyen la mejor vivienda del interior y entre ellos llegan con un perro criollo enraizado de  pastor alemán donde ya han preparado su primer complot para cuando deje salir a su mascota. Los nuevos vecinos que son de ley están pendientes y lo dejan salir justo en el momento que su mascota sale a pasear por el callejĂłn. TraĂ­an a un perro pastor alemán muy parecido a otro que tenĂ­a un amigo en Santa Bárbara en el centro de Bogotá,  donde con este y otro amigo trataron de hacer un emprendimiento con la fabricaciĂłn de unos estuches para las fantasĂ­as que vendĂ­a, y aunque en su momento no lo entendiĂł, cuando enloqueciĂł en medio de muchos desastres vividos por las calles donde los atracos e intentos de asesinato fueron varios, como si toda una ciudad estuviera conspirando contra este, y posiblemente en beneficio de unos familiares que estaban detrás de un legado oculto.

Bueno pues, era como si le estuviera avisando  de lo que le sucederĂ­a. Clavijo  como se llamaba el amigo, y cuyo padre tuvo un negocio de fotografĂ­a en los años 50 del siglo pasado, con el cuento que tuviera cuidado con el perro porque además de ser gozque estaba enraizado de pastor alemán, lo mismo que el que llevaron estos nuevos vecinos de aquel interior y que un primo sin conocerlo se lo confirmarĂ­a.  En el momento que deja salir a Muñeco. un perrito de raza pequeña y mucho pelaje, Ă©stos dejan salir al de ellos y lo intenta matar, mientras lo revuelca con los mismos dientes entre los chillidos del pobre animal y los gruñidos del que lo está matando, y es entonces cuando sale para que no le pase nada, la mascota entra corriendo a la casa y el perro entonces lo muerde en la puerta de la entrada adonde vive con la tĂ­a, en el escroto de sus testĂ­culos, y queda sangrando largo rato sin darse cuenta. Solo por la tarde luego de interrumpir el viaje para visitar a unas clientes que tenĂ­a en la Calera se da cuenta cuando entra al baño a hacer sus necesidades. TenĂ­a sangre en la ropa interior y además en una de sus piernas quedarĂ­an marcados sus colmillos, y asĂ­ decide ir a poner la denuncia en medicina legal,  a lo que el medico de turno le dice que estuvo a punto de morirse por una posible hemorragia. Estuvo con suerte. Denuncia al dueño en una comisarĂ­a que antes se encontraba en el Quiroga y ahora está en el Restrepo adonde años despuĂ©s irĂ­a porque un familiar joven adoptado por la tĂ­a que muriĂł arroyada por un carro en IbaguĂ©  y que segĂşn una hermana suya decĂ­a que aquel joven que la atropellĂł y matĂł,  la miraba con rabia como si el accidente hubiera sido a propĂłsito, y hubiera de por medio alguna oscura venganza personal que todos desconocĂ­an. Luego de muchĂ­simos años regresarĂ­a a vivir allĂ­ mismo tras la muerte fatal de la tĂ­a. Ya para ese entonces y a los once años aparecerĂ­a el hijo de la tĂ­a aparecerĂ­a con el cuento que se querĂ­a quedar con la casa aunque lo que creĂ­a en ese entonces "El Embrujado" era que venĂ­a a saldar  la muerte de la tĂ­a, o por que no como en la mirada de aquel joven que conducĂ­a el carro que matĂł a la tĂ­a, su venganza podrĂ­a ser igual de oscura por la que habĂ­a muerto esta. Asesinato perfecto aparentando un accidente. Claro, que supuestamente tiene la posesiĂłn sobre la casa y existe toda una ordalĂ­a de familias para sacarlo a como sea, y sin compasiĂłn. Si hay que matarlo, se mata. Que triste condiciĂłn humana a cuenta de una venganza o estigma de familia. Y entonces  lo asesoran los que saben de leyes  a sabiendas que no está interesado en la casa porque si lo hubiera querido muchos de los vecinos de ese tiempo en otro callejĂłn parecido que quedaba al lado, cada rato le decĂ­an que vendiera la posesiĂłn, y lo pudiera haber hecho. Estaba poseĂ­do del miedo, mucho más cuando lo habĂ­an enloquecido y se habĂ­a fugado del hospital de la HortĂşa, gracias a una señora que se apiadĂł al verlo en aquel hospital todo exangue y con los los nervios alterados, y que además lo querĂ­an llevar obligado al pabellĂłn de los locos de aquel hospital, y muy seguramente conociendo su historia allĂ­ otro lo matarĂ­a. OĂ­a voces amenazantes, y cuando no utilizaban a los mendigos o a sus sapos para que cada que se subĂ­a a un bus uno de estos se subiera y procurara hacerse a su lado hablando pestes, o empujándolo para que se diera cuenta que lo querĂ­a matar. AsĂ­ le sucediĂł en la tercera etapa del jordán donde uno de estos por el barrio BelĂ©n hizo el amague de empujarlo, mientras se burlaba. Ahora despuĂ©s de once años se hace el desentendido y aparenta que no lo conoce. AsĂ­ son estos ladrones de vidas y de sueños , y si es por una casa, o una posible herencia, ahĂ­ están dispuestos a estirar sus manos para recibir una dádiva, y manos a la obra.
-¿Verdad?

Entonces, el hijo de la tĂ­a rompe los vidrios de la puerta y los coloca en el pequeño pasadizo que está entre la entrada  y la cocina, y otras dos habitaciones aledañas, arengando y furioso como si estuviera drogado con el empeine de su mano y el brazo estirado como si hubiera estudiado defensa personal, y de manera ágil lo golpea sobre el hombro izquierdo como si supiera que esa pierna desde que lo operaron, le está fallando; pero el viejo embruja no cae tal y como esperaba,  mientras antes habĂ­a sacado a su mujer a empellones, cierra la puerta y "El Embrujado" al tratar de que no lo encerrara trata de abrir, pero este se lo impide, y lo abraza fuerte y con sus manos trata de apretarlo en la columna vertebral donde lo operaron los galenos de la HortĂşa y que todavĂ­a estaba resentida. Mientras su mujer gritaba a los vecinos que la ayudaran porque iban a matar a su esposo, vecinos que ni siquiera se asomaron porque seguramente estaban complotados, y asĂ­ entonces es cuando decide a romper los vidrios de la misma puerta. Era como un 9 de julio del 2.009 y que en los libros de aquella comisarĂ­a debiĂł quedar su registro, pero que ante el nerviosismo "El Embrujado" decide no hacerlo porque lo mismo que le sucediĂł con Román el dueño del perro pastor, todas estas gentes que lo miraban seguramente tambiĂ©n estaban de su lado. AsĂ­ decide dormir varias noches por la calle, pues su trabajo lo debiĂł de dejar sin terminar, pues tuvo que abandonar parar abruptamente la casa.
 
Ha visto por la calle a personas abstraĂ­das en sus pensamientos, como si estuvieran alejadas de la realidad, inmersas en sus conflictos personales  como si no quisieran llegar a la casa adĂłnde existen imaginarios que en realidad lo están amenazando disimuladamente como diciĂ©ndole: "O te largas o te largas", "Te vamos a matar". Son pensamientos que se van formando en medio de esas violencias fantasmales debido a los exabruptos que a travĂ©s de los años han recibido de gentes acuciosas, especialistas en esos tipos de trabajos que existen, aunque Ud. no lo crea. Trabajan en grupo. Alguna vez ha dormido al lado del que lo ha intentado matar, y sin testigos dentro de la misma casa y que ha actuado en consonancia con estos, que podrĂ­an ser de la misma familia, y otros que a veces lo invitan a festejar y aparentan no saber lo que el fulano le ha intentado hacer. ¿DormirĂ­a tranquilo? Es más, le están enviando el mensaje silenciosamente, conscientes  que lo están amenazando y constriñendo sicolĂłgicamente a la vista de todo el mundo. Tienen su truhán en la web que se asegura mediante el celular de hacerle llamadas desde  celulares con simcard, que cuando uno llama a esos nĂşmeros aparecen con que todavĂ­a no están registrados, mientras vendedores de calles lo amenazan. Un incordio perfecto. Lárgate antes de que te matemos. ¿QuiĂ©n va a creer esto?

Mal pensado. Piensa como un rufián, dirán mientras le gritan en las calles personajes siniestros desde  sus carros, y que saben lo que están haciendo, e incluso taxistas que de joven conociĂł, y uno que le gritĂł por los lados de BelĂ©n en Bello Horizonte y que por coincidencia se lo encontrĂł en la 3a. etapa del Jordán.  Son trabajos sucios.
Digamos, Ud. está viviendo una situaciĂłn similar, no tiene adĂłnde ir, y de paso es un vendedor ambulante, y trata de publicar algo por la web sobre lo que le está sucediendo; y aunque lo escribe, decide por el momento no hacerlo, pero al otro dĂ­a se acuerda que hace años sucedieron muchas cosas en torno suyo en Bogotá y en el barrio Centenario al lado del Olaya,  adonde lo quisieron  confundir con historias de polĂ­tica, tanto asĂ­ que cuando el gobierno golpeĂł a grupos de sublevados, antes le enviaron por la calle a un loco con una bacinilla esmaltada sobre su cabeza diciendo:
-Hoy se muere uno de sus compinches.

Al otro dĂ­a supo que el gobierno habĂ­a dado de baja a uno de los alzados que estaban en contra del Estado, y aunque "El Embrujado" todavĂ­a andaba mal de la cabeza y todavĂ­a le dolĂ­a la columna vertebral por la reciente operaciĂłn, ni siquiera entendiĂł el mensaje de otro loco. Al otro dĂ­a lo comprendiĂł. Once años despuĂ©s que habĂ­a imaginarios que mediante pretextos le insinuaban que era de los mismos. Lavado de cerebro perfecto preparando seguramente un asesinato perfecto.  Y por las calles tal como lo hicieron con "El Embrujado," cuando decide publicarlo ese dĂ­a, pues le recuerdan que en esa fecha corresponde al mes del que naciĂł, y cree que esa historia tiene que quedar con esa fecha. La publica y lo vuelve a guardar. Ahora solo Ă©l lo sabe. Eso cree. Comienzan a bloquear el blog para amedrentar. Parmenio continĂşaba absorto.

En el terminal de transportes de Bello Horizonte, uno de esos personajes que se dedica a recoger pasajeros, tan pronto lo ve se lo recuerda: Se mete las manos por detrás entre la ropa interior y el pantalón y levanta con sus manos está última prenda, insinuando le que lo van a levantar, pero antes mira hacía atrás a ver sí el amenazado se da cuenta. Amenaza publica y silenciosa para que solo este se de cuenta. Ya antes por los lados del Simón Bolívar cerca de donde otro antes que lo atracarán en los lados del Colegio Alberto Castilla, en el barrio Tolima Grande, le dio a entender que lo iban a atracar. Y justo al lado del colegio en pleno día. Y que para colmo el nombre era el mismo del hijo de la tía.
- ¿O sea que son de ley los que instigaron el atraco?
RĂ­os Revueltos, se sintiĂł comprometido, y fue entonces cuando soltĂł su Ăşltima palabra:
- Ni lo sueñen, esos son los de yo no fui.
Mientras tanto "Mil Muertos" se aprestaba a conseguir su prĂłxima vĂ­ctima.
Su vaho era terrible.
-Tengan cuidado dijo el comisario Rincón. Nadie creerá que es "Mil Muertos", del que hablamos.
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